El concepto de la pedagogía de la fe
CAPÍTULO 1
CONCEPTO DE PEDAGOGÍA DE LA FE
El primer capítulo pretende justificar el título de este libro: Introducción a la pedagogía de la fe. Para ello se parte de cómo ha sido la transmisión de la Buena Nueva o mensaje de salvación que Jesús ha traído a la tierra, es decir, cómo se ha realizado en la Iglesia la educación de la fe, para pasar luego al origen, naturaleza y desarrollo de la ciencia o de los estudios científicos que tienen por objeto la educación de la fe.
1. LA TRANSMISIÓN DE LA BUENA NUEVA DE JESÚS
Hoy día, al comienzo del tercer milenio del cristianismo, siguen resonando con fuerza en el mundo y en la vida de los cristianos las pa¬labras de Jesús a sus discípulos en el momento de la Ascensión:
«Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos (...); y enseñándoles a guardar todo cuanto yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»1. Y en San Marcos se lee que, a continuación, «ellos, partiendo de allí, predi¬caron por todas partes y el Señor cooperaba y confirmaba la palabra con los milagros que la acompañaban»2.
Inmediatamente después de Pentecostés, los Apóstoles se pusieron a proclamar la Buena Nueva que Jesús había traído a la tierra; y hoy,
como entonces, se trata de «que todos puedan conocer y acoger el anuncio del Evangelio, y cada uno pueda llegar a la madurez de la plenitud de Cristo» 3.
Ese mensaje de salvación no se puede quedar en un mero anuncio, sino que debe penetrar y transformar la vida de las personas, debe educarlas en la fe, de forma que se alcance, en palabras de San Pablo, la «madurez de la plenitud de Cristo».
El Catecismo de la Iglesia Católica señala cómo «muy pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres y mujeres a creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que, creyendo ésto, tengan la vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo (cfr. CT 1)»4.
Más adelante se precisará qué se entiende por evangelización, catequesis, etc., ahora hemos de quedarnos con la idea clara de que dentro de la Iglesia hay, desde sus inicios, una preocupación permanente por educar en la fe; actividad que es esencial, pues educar en la fe «ha sido siempre para la Iglesia un deber sagrado y un derecho imprescrip¬tible» 5. Desde el principio y a través de todas las épocas históricas y en los lugares más recónditos del mundo, los cristianos anuncian la Buena Nueva de la salvación que Cristo trajo al mundo6.
En resumen, se ha de decir que «la transmisión de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para llevar a los hombres a la fe en Él. Desde el principio, los primeros discípulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: “No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4, 20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos a entrar en la alegría de su comunión con Cristo» 7.
2. ORIGEN Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA CATEQUÉTICA
Los Apóstoles recibieron el mandato imperativo «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos», y lo pusieron por obra entregando su vida al servicio de una tarea de evangelización que había de durar por los siglos. Ellos y los cristianos que les siguieron buscaron siempre dar toda la eficacia posible a su predicación, adaptando su palabra a la cultura de los destinatarios, repitiendo una y otra vez las verdades fundamentales del mensaje de Cristo, etc., como se puede ver en el modo de actuar de san Pablo.
La iglesia ha vivido desde su origen la apremiante diligencia en el cumplimiento de su misión de enseñar, de modo que la ciencia catequética no existe porque se estudie en las Facultades de Teología o en los Instituto de Catequética, dice irónicamente Gevaert8, sino porque la transmisión de la fe es un dato constitutivo y permanente del actuar de la Iglesia, de la misión de la Iglesia.
La ciencia que analiza la catequesis o educación de la fe se ha denominado con nombres diversos, pero el más común ha sido el de catequética.
a) Origen y desarrollo de la catequética como estudio científico9
Aunque la catequética es una ciencia joven, no puede perderse de vista que desde los inicios del cristianismo la actividad catequética o la transmisión de la fe cristiana ha sido, además de una actividad incesante, objeto de análisis, estudio y reflexión. Los mismos Evangelios y otros escritos del Nuevo Testamento se pueden considerar como verdaderos documentos catequéticos, que transmiten las palabras y las acciones de Jesús de modo reflexivo y sintético, y la iglesia aplica en esa transmisión de la fe los métodos más adecuados para llegar a sus destinatarios.
La catequesis de la época patrística tiene una gran riqueza, y en ella descuella como reflexión sistemática la obra de San Agustín De catechizandis rudibus o Catequesis a los principiantes (año 400), con¬siderada como «el primer manual de pedagogía catequética» 10. Hasta
el siglo XV no se cita otra obra de este estilo; se trata, en concreto, del De parvulis trahendis ad Christum o Cómo llevar los niños a Cristo (año 1406) de Jean Gerson, Gran Canciller de la Universidad de la Sorbona de París.
Después del Concilio de Trento (1543-1565) surgen abundantes escritos catequéticos, con consejos y sugerencias prácticas para ense-ñar el catecismo (que nace, como tal, por esos años), o para hacer me¬jor la acción catequética. Ya en 1593 P.A. Possevino, S.J. usa el térmi¬no Theologia catechetica como distinta a Theologia pastoralis.
Es opinión generalizada que la catequética nace en el ámbito de la teología pastoral, apareciendo por primera vez en un plan de los estu¬dios eclesiásticos en el año 1774, con la reforma de los estudios teoló¬gicos elaborada por el abad benedictino Stephen Rautenstrauch y aprobada por un real decreto de la emperatriz María Teresa de Austria. En el año 1777, en las Universidades del Imperio austro-húngaro, se co¬mienza a explicar el programa de teología pastoral aprobado tres años antes. De todas formas, hasta el año 1831 no se publica la primera obra de catequética, escrita por Johann Baptist von Hirscher (1788¬1865), profesor de Tubinga, al que se considera el fundador de esta ciencia por su aportación a estos estudios, que reciben con él un carác¬ter más científico 11.
Tendrán que pasar bastantes años para que la catequética se consi¬dere una ciencia: de hecho, hasta el último cuarto del siglo XIX no se publican otros libros sobre catequética, y los escritos antes de esta fe¬cha no es fácil precisar si son de divulgación o son verdaderos tratados científicos sobre la materia. También entonces empiezan a editarse las primeras revistas sobre catequética12.
A finales del siglo XIX se produce un hecho muy importante para nuestra ciencia y es el inicio de la utilización en catequética de ele-mentos provenientes de la pedagogía profana: no hay duda de que el desarrollo de la pedagogía y de las Ciencias de la Educación ha influi¬do decisivamente en la consolidación científica de la catequética.
El gran desarrollo de la catequética se produce después de la se-gunda guerra mundial. Ello se debe —según Gevaert— a la tendencia generalizada de dar un carácter más sistematizado y científico a
la actuación pastoral de la Iglesia y, por otro lado, a la profunda cri-sis que la catequesis kerigmática sufre con la secularización del ám-bito europeo.
El esfuerzo de sistematización científica conduce a dos hechos importantes para la catequética: el nacimiento de los Institutos Superiores de Catequética13 y la creación, a partir de 1968, en el marco de la reforma de los estudios eclesiásticos después del Concilio Vaticano II, de las licenciaturas especializadas en catequética (teología prácti¬ca) en las Facultades de Teología. También tiene gran trascendencia la aparición de los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas, destina¬dos a la formación de profesores de Religión allí donde era preciso, y en los que la mayoría de sus alumnos son laicos14.
No deja de ser interesante hacer también una referencia a la formación catequética de los sacerdotes. En el Código de Derecho Canónico de 1917 se señala la necesidad de un curso de teología pastoral junto con ejercicios prácticos para atender mejor a los niños en las sesiones de catecismo15. En carta del año 1926, la Congregación de Seminarios y Universidades recuerda a los obispos el deber de impartir en los seminarios el curso de catequética, y tres años más tarde se manda que en todos los seminarios se instituya la cátedra de catequética. En los años 1942 y 1963, la misma Congregación da normas sobre la organización teórica y práctica del curso de catequética. El Concilio Vaticano II da también indicaciones, en el Decreto Optatam totius (nn. 16 y 19), sobre la necesidad de una formación catequética en los estudios teológicos16.
Como fruto de esta evolución existen en la actualidad Facultades de Teología que otorgan licenciaturas en catequética; Facultades de Ciencias de la Educación, que también conceden licenciaturas en cate- quética o pedagogía religiosa; Institutos autónomos de catequética con alguna afiliación a Facultades eclesiásticas para el reconocimiento de
los títulos; Institutos para-universitarios reconocidos por el Estado... Todos estos centros tienen rango universitario, y en ellos se hace investigación y enseñanza sobre catequética a nivel científico.
b) Los principales momentos del movimiento catequético17
Para poder entrar con mayor precisión en nuestra materia es interesante describir los principales momentos del llamado «movimiento catequético», nacido en el siglo pasado, y que ha tenido una gran influencia en el carácter científico de la catequética.
Los autores suelen hablar de cuatro momentos, con perspectivas diversas y con cierta sucesión cronológica:
1) La fase metodológica, marcada por la preocupación de buscar el mejor método para la catequesis, y cuyos esfuerzos se concretaron en el llamado método de Munich o método psicológico.
2) La aportación de la escuela activa. La así llamada escuela activa o escuela nueva fue un movimiento que nació en el ámbito de la educación, y llegó a impregnar a la catequética de todas sus ideas educativas. En frase de uno de sus autores, se trataba de dar un verdadero giro copernicano a la educación, pues el profesor o docente debía dejar de ser el centro de la educación para que fuese el alumno o discente quien ocupase esa centralidad.
3) La renovación kerigmática, que desplaza el método del centro del pensamiento catequético, para dar prioridad a los contenidos. Aportó a la catequética el cristocentrismo, el estudio de la historia de la salvación, la dimensión bíblica y litúrgica del mensaje cristiano y la concepción de la catequesis como educación de la fe.
4) La catequesis de la experiencia. Nace después del Concilio Vaticano II, y destaca la dimensión antropológica, experien- cial, comunitaria y política de la catequesis, favoreciendo cie¬ta contraposición entre lo kerigmático (teológico) y lo antropológico (pedagógico).
El momento actual se considera como momento de síntesis, ya que muchas de las direcciones hacia las que se orientaron la catequesis y la catequética no han producido los resultados deseados. El nuevo Direc¬torio general para la catequesis es en sí mismo una síntesis equilibra¬da de los diversos planteamientos que hay en el ámbito de la educa¬ción de la fe.
c) La catequética y la pedagogía de la religión
La catequética, como se ha visto, nace dentro de la teología, como materia teológica; luego, con el desarrollo de la pedagogía, psicología y demás ciencias humanas, irá independizándose a través de un proc¬so que suscita un gran interés en catequistas y catequetas 18.
A finales del siglo pasado, se produce una pedagogización de la catequética, y en este contexto nace, en el ámbito alemán, la pedagogía religiosa o pedagogía de la religión (Religionspadagogik), uno de cuyos fundadores y teóricos fue Joseph Gottler19. Entiende la pedago¬gía religiosa como una «teoría de la educación global religiosa y mo¬ral de los jóvenes», siendo, por tanto, un capítulo central de la educación. Para este autor y otros muchos20, se trataba de crear una ciencia intermedia entre la teología y la pedagogía, desmembrando los estudios de catequética de la teología pastoral; así, en la práctica, se acabó identificando la pedagogía religiosa con la catequética.
En el período comprendido entre las dos guerras mundiales esa asimilación cayó en descrédito para algunos autores, especialmente en el mundo evangélico, por influencia barthiana. Sin embargo, en el campo católico se siguió cultivando esta perspectiva, aunque «su estatuto epistemológico se hizo fluctuante: unos la entendían como “pedagogía teológica”, distinta de la catequética, vista esta última como una especie de “didáctica teológica” (Peil); otros la consideraban como una “pedagogía filosófica”, distinta de la catequética, entendida en cambio, como “pedagogía teológica” (G. Grunwald)»21.
Actualmente los enfoques son también muy diversos. Algunos autores consideran que la pedagogía religiosa es una evolución de la ca tequética, al abarcar esta última no sólo la catequesis de la comunidad cristiana, sino también otras formas de educación de la fe, como la enseñanza religiosa escolar. Para otros, tiene escaso sentido usar como sinónimos los conceptos de pedagogía de la religión y de catequética, así como someter una de ellas a la otra22.
3. LA CUESTIÓN TERMINOLÓGICA
a) Definiciones de catequética
Con afán de delinear un poco más estas consideraciones y refle-xiones, se señalan a continuación algunas definiciones que se dan so-bre la catequética.
Para Daniel Llorente, «la pedagogía catequística (catequética, o simplemente la Catequística, substantivando esta palabra), es aquella parte de la teología pastoral que trata de los principios y reglas, según los cuales se ha de catequizar a niños y adultos. Y más brevemente, la ciencia y el arte de la catequesis» 23.
Parecida es la definición de Joseph Colomb, al decir que «la cate- quética es la teología del acto de catequesis; constituye, pues, una parte de la teología pastoral». En coherencia con ello considera que «el acto de catequesis, como el anuncio de la palabra de Dios, es uno de los ele¬mentos esenciales de la misión de la Iglesia, de su actividad pastoral» 24.
Josef Jungman pone como subtítulo de su manual de catequética: finalidad y método de la instrucción religiosa 25, y también la sitúa dentro de la teología pastoral.
Entre los autores más actuales, destacamos a Günter Stachel quien define que «la tarea catequética en cuanto ciencia consiste en identifi-
car sobre el campo de trabajo las tareas y condicionamientos de cate-quistas y catecúmenos, documentar y analizar el proceso de la acción catequética, planificar la acción catequética y, finalmente, desarrollar una teoría global de la catequética en el contexto de la historia» 26.
En esta misma línea se puede situar la definición que ofrece Emi¬lio Alberich en un reciente artículo: «la catequética es la reflexión sis¬temática y científica sobre la catequesis con vistas a definir, compren¬der, orientar y valorar el ejercicio de esta importante acción educativa y pastoral» 27. Señala él mismo un poco más adelante que la catequéti¬ca es un saber necesariamente pluridisciplinar, ya que recurre a una multiplicidad de métodos y procedimientos científicos y que, de algu¬na manera, se puede considerar como una disciplina teológica y peda¬gógica.
En un amplio estudio sobre el carácter científico de la catequética, Joseph Gevaert, dice que la catequética tiene el derecho de llamarse ciencia de forma general porque elabora metódica, crítica y ordenada¬mente el entero campo del actuar catequético de la Iglesia28. La cate- quética aborda pues no sólo algunos aspectos de la acción catequética, sino todo su conjunto; por eso entiende la catequesis de una forma mu¬cho más amplia que como se podía considerar hace unos años, restrin¬gida a la educación de la fe de los niños. La catequesis atiende por ello a toda la educación religiosa de la persona, en la que busca formar sus diversos aspectos: intelectual, moral, vital...: es educación en la fe que quiere llevar a una verdadera vida cristiana.
La catequética, como todo saber que quiere ser científico, estudia el conjunto de la educación de la fe de maneras diversas: busca unos principios fundamentales; propone teorías que den explicaciones plau¬sibles; elabora modelos de actuación. Trata, en definitiva, de profundi¬zar, interpretar y hacer avanzar la educación de la fe.
b) Diversidad terminológica
Señala con razón Alberich que «se puede decir que, a lo largo de su desarrollo, la reflexión catequética ha mostrado siempre un doble punto de referencia, teológico y pedagógico, con alternancia de acen¬tos: más pedagógico en las primeras décadas del siglo, dominado por la preocupación metodológica y didáctica; más teológico en la fase lla¬mada kerigmática del movimiento catequético, caracterizado por la re¬novación del contenido de la catequesis» 29.
De esta alternancia, dan razón los nombres de la disciplina30:
— Catequética
— Pedagogía catequética (o catequística)
— Pedagogía del catecismo
— Pedagogía cristiana
— Metodología catequética (o catequística)
— Pedagogía y metodología catequística
— Pedagogía de la fe
— Pedagogía religiosa
— Pastoral catequética (o catequística)
— Catequética pastoral
Resulta, por tanto, difícil llegar a una unificación terminológica en este campo, porque los conceptos que se usan se entienden de manera diversa. Por eso hemos optado por el título de pedagogía de la fe como concepto amplio y válido para englobar las grandes cuestiones de la educación de la fe tanto en su dimensión pastoral como pedagó¬gica.
4. LA PEDAGOGÍA DE LA FE
Una vez situado y delimitado el título de nuestra materia, veamos el momento actual de la pedagogía de la fe, su vitalidad y los proble¬mas que se le plantean, así como la urgencia y retos que tiene actual¬mente.
Ya señalábamos en el Prólogo que la pedagogía de la fe es una ciencia en expansión y con un gran dinamismo. Son efectivamente muchas las personas y los centros de estudios superiores que se dedi¬can al estudio de estas cuestiones, produciéndose, por tanto, muchas publicaciones. Además, en estos años se han dado a conocer impor¬tantes documentos oficiales sobre educación en la fe, que ofrecen un cuerpo de doctrina amplio y coherente donde los autores se pueden inspirar.
La publicación del Directorio general para la catequesis, de 1997, es de gran trascendencia, de tal forma que para algunos autores, como Gevaert y Fossion, el planteamiento de este documento obliga a repensar los estudios catequéticos, pues en su opinión la gran aporta¬ción del Directorio es haber situado la educación de la fe en el proce¬so total de la evangelización, obligando a reorientar la tarea catequéti- ca en una óptica misionera31.
De estos planteamientos renovados deben surgir, según Gevaert, los grandes campos o áreas del trabajo y de la investigación catequéti- ca o de la educación en la fe, que, en su opinión, son:
— La primera evangelización.
— La catequesis catecumenal.
— La iniciación cristiana de los bautizados.
— Las múltiples formas de catequesis permanente.
Ante estos campos que abre el Directorio, la pedagogía de la fe, como ciencia o estudio científico, por abarcar muchos y diversos aspectos, implica a otras ciencias, vive en cierta tensión32; aunque quizá sería mejor hablar de adecuado equilibrio, pues al igual que pasa con todo ser vivo, hace falta un equilibrio de los distintos elementos para que haya vida. Una ciencia es de alguna manera algo vivo, y convendrá atender a las situaciones, circunstancias y problemas para buscar respuestas y soluciones más adecuadas.
El Directorio general de la catequesis hace en su exposición introductoria un análisis del anuncio del evangelio en el mundo contemporáneo, hablando de vitalidad y problemas 33.
Realidades que influyen positivamente en esta tarea de evangelización son:
— Un buen número de educadores de la fe —sacerdotes, religiosos y seglares— se está consagrando a esta tarea.
— El carácter misionero de la catequesis, que tiende a favorecer la adhesión a la fe en un mundo donde el sentido religioso se oscurece.
— Se busca una educación integral en la fe, que enseña a vivir la fe cristiana y no sólo a conocerla.
— La importancia creciente de la catequesis de adultos, en cuanto forma principal de catequesis.
— Las amplias orientaciones del Magisterio de la Iglesia sobre catequesis y educación de la fe, que permiten tener un cuerpo de doctrina amplio y coherente.
Sin embargo, también pueden contemplarse una serie de problemas que demandan estudio y respuesta:
— Definir con precisión y con profundidad la naturaleza misma de la educación en la fe, en cuanto verdadero aprendizaje y entrenamiento a la vida cristiana.
— Profundizar en el papel que corresponde a la Sagrada Escritura, a la Tradición y al Magisterio en el acto catequético.
— Clarificar la naturaleza eclesial de la catequesis.
— Presentar la verdad íntegra sobre el misterio de Cristo, evitan-do lagunas doctrinales sobre temas centrales.
— Cuidar una más sólida formación moral, así como atender a la doctrina social de la Iglesia y a la formación litúrgica.
— Superar cualquier dualismo método-contenido, y saber transmitir el Evangelio en el horizonte cultural de los destinatarios.
— Atender convenientemente a la formación para el apostolado y la misión.
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